Novela Technotitlan: Año Cero (segunda parte)

Esta es la SEGUNDA parte de la novela de Technotitlan: Año Cero. Consta de 10 capítulos. Después de acabar esta SEGUNDA parte, favor de recordar que son cuatro partes. Se publicó en Internet por primera vez en 1998. Se publicó impresa en edición de autor en 1999. Aquí está de nuevo.

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Aquí hay cine, rock, tv, historia, ciencia, temas de tendencias, comentarios de noticias, y mil cosas más que se me irán ocurriendo... Por otra parte hay más blogs, tengo uno de cuentos, otro es sobre las crónicas de nuestras guerras secretas, Además el de mis novelas, esos están allá a la derecha. Sean bienvenidos...

Monday, October 30, 2006

21. Muerte

Pasó otra semana. La búsqueda de notas e información era una cuestión… pero organizarlas era otra, muy distinta.
Ese día se encontró con que el acceso a su oficina en la PoliU estaba, al parecer, bloqueada por un grupo de estudiantes que se reunieron para preparar una protesta. Michael escuchó las arengas de uno de los líderes, un joven de unos dieciocho años que gritaba consignas:
—¡LA COMPENSAN QUIERE ROBAR TU MISMA ALMA! ¡REBÉLATE! ¡NO LO PERMITAS!
Michael se extrañó un poco, avanzó por entre la multitud y comprobó, con cierto alivio, que no era un bloqueo en realidad sino más bien una preparación a hacerlo.
En el tiempo que tardó en llegar a su acceso, le pasaron hojas con información al respecto de la posición de los estudiantes.
Leyó el comienzo de los volantes:

COMPENSAN: CÁNCER INVISIBLE DEL PUEBLO
¡No es posible que en estos tiempos un grupo de fascistas temerosos sin cara quieran decidir lo que está bien para ti!
¡La COMPENSAN quiere primero quitarte tu derecho de comunicación secreta y soberana!
¡La COMPENSAN quiere dormirte! ¡Que no te duerman! ¿Qué esperas? ¡Si estás dormido, DESPIERTA!
¡Lucha contra el EXAMEN GENÉTICO! ¡Nadie debe de meterse dentro de ti! ¡Nadie debe de juzgarte por tu salud! ¡Eres un ser humano que piensa, no un caballo de cría! ¡Eres un individuo, no una simple y estúpida colección de números y genes!

Los analizaría después. Llegó a su cubículo. Arregló sus papeles.
Se sentó. Se autoexaminó para revisar cómo se encontraba, al menos para saberlo de manera superficial. Sintió que por fin ya había pasado lo peor de la depresión post coital-virtual.
Como era de esperar, Poincaré pensaba muy distinto. No alcanzaba siquiera a vislumbrar el origen de la depresión de su amigo. ¿Por qué estar así? La experiencia de conexión con Singapur se había cumplido con creces desde el punto de vista técnico y de logística, ¿no?
Sonrió con cierta amargura.
Michael decidió ponerse a trabajar. Primero le pidió de manera oficial asistencia a Sri Sol. Ella estuvo de acuerdo si él conseguía que la Dirección de Asuntos Escolares le dieran la oportunidad de dedicar tiempo a su investigación siempre y cuando sus horas de ayuda le contaran como horas de servicio social, requisito indispensable para titularse.
La amabilidad de Sri Sol le provocó a Michael, de manera simultánea, un momento de remordimiento, culpabilidad y necesaria franqueza, junto con la imperiosa necesidad de tener que contarle la historia del último episodio de Catherine, todo el detalle incluido.
Poincaré, como siempre en estos casos, no estuvo de acuerdo.
—No entiendo, ¿por qué se lo vas a contar, Páris?
El tono de voz de Poincaré era tranquilo. Michael meneó la cabeza y suspiró.
—Me llamo Michael.
—Whatever. Repito, ¿por qué se lo vas a contar?
—No sé… ¿no será que soy del tipo anticuado que quiere desquitarse de su culpa y remordimiento que siente con su semejante-mujer más cercano?
Poincaré, después de mirarle, dijo:
—¿Eres novato o qué? Ya te dije que es inútil, tú no ganas nada, y a ella nada más la vas a perturbar…
—Okey, yo… cumplo con decírselo. No le voy a mentir…
—Olvídate de mentiras o no, ¿eso en qué le ayudaría?
Michael lo meditó un buen rato. Poincaré podía tener razón. No había necesidad. Quizá Sol no necesitaba ese torrente de franqueza.
Tal vez así era mejor.
Esperaba a Sol con cierta emoción. Sentía que estaba encariñado de ella, como siempre le pasaba cuando alguien era amable con él.
Pero, según su parecer, pasaría un buen rato antes de que él se ocupara bien a bien de eso.
Llegó Sol y Michael la apreció de vista. Su manera de vestir y de mostrar sus atributos de forma discreta lo subyugó una vez más. Después de los saludos de rigor y después de la plática amena e intrascendente, Michael olvidó todo y tomando posesión de su papel de investigador por fin habló:
—Mira, Sol, voy a preparar una investigación de lo que vino a culminar durante la tarde del dos de octubre de 1968, así de simple. Es obvio que para eso investigaremos los anteriores y posteriores meses del suceso en todo lo posible, ambiente, protagonistas, motivos, prensa...
Ella le miraba con ojos de atención extrema.
—Ya me habías dicho. Pero, ¿cual es el objetivo?
Él contestó con vehemencia:
—Preparar el informe más exhaustivo sobre Tlatelolco que se haya hecho en los últimos diez años…
—Que yo sepa, y por lo que he entendido, ya se han hecho varios…, ¿no?
—Así es, pero el nuestro será quizás el primero que trate de ser objetivo, completo y sin apasionamientos…
Ella le contestó en tono crítico:
—¿Tú crees…? ¿No te imaginas que todos han de decir lo mismo cuando se plantean su objetivo…? Por otra parte… ¿qué intentas probar? Por ejemplo, ¿piensas denunciar sin temor a equivocación a quienes tuvieron la responsabilidad directa de los hechos?
Él lo pensó un poco antes de contestar.
—No… eso no me interesa, no de momento, ya pasó mucho tiempo de eso... No, yo creo que mi informe trataría de ser más… conciliador que vengativo, en dado caso, siendo un poco maniqueo, quiero decir. Quisiera concentrarme, por ahora, en recapturar el momento, analizar los motivos y las circunstancias… Me interesa el movimiento estudiantil, lo que buscaban, saber qué pedían, saber qué entendieron los del otro bando, qué aceptarían, qué no aceptarían, porqué se desencadenó la tragedia… quiénes fueron los utilizados, quiénes estaban al control de todo, quiénes fueron los sacrificados… de hecho, espero que del análisis concienzudo de los eventos saldrán los responsables…
—¿No se saben ya partes significativas de todo eso?
—Así como yo lo veo, no. Quizá falta la contundencia necesaria para que todo mundo quede satisfecho con la verdad. Ese es el punto, llegar a la verdad aceptada por todos sin posibilidad de objeciones concretas…
Ella le miró sin mucha convicción:
—Yo no creo que eso sea posible, Michael. Ya pasó mucho tiempo, ya pasó mucha agua por el río…
—Hay otro motivo, Sol, déjame concluir la idea. Primero, estamos muy cerca del aniversario del evento, el quincuagésimo, dime que soy oportunista, pero por ese solo hecho del aniversario, una reinvestigación bien vale la pena y hasta está justificada; segundo, muy importante: quiero comparar los clamores populares de entonces con los de ahora.
Tomó aliento y prosiguió:
—También quiero contestar la pregunta ¿qué tan diferentes somos los mexicanos de hoy, año 2018, comparados con los mexicanos de entonces, 1968? ¿Somos los mismos? ¿Queremos lo mismo? ¿Hemos avanzado algo? La tecnología asfixiante, que está ahora en todas partes de modo inimaginable desde hace veinte años atrás, ¿no habrá venido mas que a enredar más la situación? Analicemos el Poder, con «p» mayúscula, autoritario de aquél entonces y definámoslo como cierta energía constante distribuida a lo largo en el Sistema, sobre todo concentrada en un solo punto, hoy por hoy, ¿existe la misma cantidad de Poder que antes? Y en cualquier caso, ¿cómo se definía este Poder? ¿Cómo se define ahora mismo, en este instante…? Se podría preguntar: ¿Quién, o qué, tiene el Poder suficiente para definir al Poder?
Sri Sol concentraba el máximo de atención hacia Michael. Éste continuó:
—Tercero, y es muy claro: la historia se repite siempre, Sol. Tengo la sensación de que tarde que temprano volverá a pasar algo similar en ese sentido de movimiento de gentes hacia un objetivo u otro, estudiantil o popular, donde el pretexto podrá ser cualquiera... Quizá más temprano que tarde…
—¿Por qué lo dices?
—Por lo que nos rodea… ¿No viste a la multitud afuera?
—Vi un grupo como hablando de un evento. No los escuché bien, pero me dio la impresión de que ya tenía rato de haberse acabado...
—Déjame te digo entonces, que aquí mismo en la PoliU existen ahora muchos grupos de poder interesados en lograr más posiciones. Tú ya sabes, están inconformes con los próximos planes de la COMPENSAN… Se dice que ésta quiere generar un aumento en el ya alto Indice de Indiferencia, o I.I., en las encuestas, lo que favorece la calificación de la clase gobernante.
Sol le observaba.
—De ahí que rodeen o presionen de manera continua a los librepensadores —continuó Michael— reprimiendo los canales de información que favorecen el libre intercambio de ideas a través de los medios de comunicación como NetNet por un lado, y por el otro, favorecer una situación de tipo aislacionista individual sin precedentes… No sé, la temperatura sube por momentos… quizás estamos a la espera de un nuevo gran conflicto estudiantil… Y la excusa, insisto, es la de menos. Hoy por hoy, y de la noche a la mañana, la COMPENSAN pretende formular muchos cambios que tienen que ver con limitar las libertades entre instituciones, escuelas y organismos, sobre todo en la PoliU, según leí… Ahí está por ejemplo el controvertido Examen Genético de Inscripción… No aguantaría un análisis a nivel superficial. El porqué quieran hacer pruebas a nivel gen, a los candidatos que quieran entrar en la PoliU y decidir aceptarlas con base en interpretaciones y recomendaciones dudosas, se me hace tan estúpido. Se entiende buscar propensiones tempranas a las enfermedades, eso lo acepto, ganas tiempo para luchar contra una leucemia… una propensión a la diabetes, pero intentar describir carácter, temperamento, ¡lealtad!... con base en características genéticas, es básica y soberanamente estúpido… Todo eso generará reacciones... pero eso está quizá ya muy fuera del alcance de mi informe...
Sol le observaba con respeto. Por fin se decidió a interrumpir.
—Okey, Micky, especifícame ¿qué quieres que haga?
«¿Micky?», pensó Michael con cierto embarazo. Meditó un rato. Concluyó:
—Si vas a ser mi asistente, Sol, entonces te diré que habrá que hacer. Sin orden aparente, ¿me oyes? Bien, ahí te van algunas actividades, apunta o graba o lo que quieras: se tiene que catalogar la información; me interesa un análisis de la literatura existente del tema hasta el día de hoy; por otro lado me gustaría también ver los testimonios orales, las películas documentales, los registros existentes, un listado de los escritos que se hayan realizado del tema, ensayos, reportajes, inclusive transcripciones de relatos orales… todos. Además, tener la información sobre los testigos presenciales de todos los lados que estén vivos, y que de hecho no existe casi nada, o nada más bien, de información proveniente de militares, o paramilitares, que hayan salido del Ejército, o de donde sea, que hayan dado su versión de los hechos, ni siquiera de manera anónima. Bien, si es posible, también investigar por el Registro de Población y Catastro la información de todas las personas que vivieron en el lugar de los hechos, además de los registros de la policía, y del Ejército, esto último es muy importante. Nos falta, veamos… sí, los archivos fotográficos del Archivo General de la Nación, todas las colecciones particulares de periodistas; a ver si algún militar tiene material confiscado, sean documentos o películas o lo que sea, que hayan sido vendidos, no sé, en mercados de pulgas, Lagunillas, Tepitos, Chopos, en lugares del interior…
Sri Sol aprovechó la pausa y se aventuró a afirmar:
—Entonces, de ahí saldrán los responsables…
—No, no… eso será lateral. Recuerda, ya que tengamos la información nos concentraremos en la metodología seleccionada para procesar todo lo que hayamos obtenido, después de ahí, lo que salga, pues… saldrá.
Ella tomaba y tomaba apuntes. Michael se preguntaba si habría tomado una buena decisión al haberla invitado a participar.


Esa tarde, Sol le habló de una cabina videofónica.
—Michael, de la Dirección de Asuntos Escolares me dicen que siempre no me van a contar las horas para experiencia y servicio social. ¿No lo habías arreglado?
La cara de Sol mostraba alarma y enojo. Él se apresuró a contestar:
—¿Cuándo te dijeron eso?
—Me llegó el mensaje hace no más de quince minutos.
—No puede ser, esto es rutinario, ¿no? ¿Te dieron alguna razón?
—No, deja te leo, sólo me dijeron lo siguiente: «…el proyecto de Michael de Montaigne mencionado arriba no está registrado en estas oficinas con prioridad del tipo que necesite asistente de servicio de ninguna clase, por tanto la petición de la C. Alumna Sri Sol Penélope Aruni es denegada.»
Michael frunció el ceño. Inusual, ciertamente.
—No te preocupes, Sol, yo voy a comunicarme con ellos… Cuelga y me hablas en veinte minutos.
Se dirigió al menú de «Administración». Buscó el número de la Dirección de Asuntos Escolares y lo señaló.
Apareció la imagen de la encargada.
—¿Sí?
—Disculpe, me llamo Michael de Montaigne, soy catedrático de la clase de Ciencias Sociales y Tecnologías Comparadas del Siglo XX y estoy haciendo una investigación sabática…
—¿Me puede marcar su autorización?
Michael, irritado como estaba, lo hizo así. Ella la revisó y dijo:
—Así es, profesor de Montaigne. Usted está asignado en… una investigación aprobada por el Decano Erasmus… no, Erasmo, quiero decir… sí, todo en orden… si, así es… parece que hubo un error, aquí dice que bajo el reglamento respectivo usted tiene una serie de recursos a su disposición, pero…
La chica mostró cara de preocupación. Michael dijo:
—Sí… ejem, ¿pasa algo malo?
— Este archivo está modificado… ¡es raro! Si yo soy la única autorizada…
Ahora le tocó a Michael ponerse incrédulo.
—¿Quiere decir que alguien modificó…? ¿Está usted segura?
Ella afirmó con la cabeza.
—Sí, así es… Es imposible que alguien más lo note, sucede que yo me encargo de registrar este tipo de tareas, además de que soy la única responsable de esta parte del departamento… También soy el enlace con los demás sistemas de la PoliU en los que intervengamos nosotros, la Dirección de Asuntos Escolares. Yo soy por lo mismo la que aprueba la modificación de estos archivos y… esta firma digital… no es la mía…
—¿Cómo sabe? ¿De quién es la firma?
La voz de Michael expresaba tensión.
—No sé, me falsificaron mi firma, créame… estoy impresionada, ¡esto no es posible!
—Cálmese, pudo ser un error… ¿no?
—No señor, estos errores no pasan, tendré que reportarlo a auditoría.
—Cómo usted diga... usted sabe… entonces, ¿ya todo está bien? ¿La señorita Sri Sol Penélope Aruni podrá estar en el proyecto a mi cargo?
—Así es, señor. Voy a realizar la modificación correspondiente…
—Gracias. Que pase buena tarde.
—No lo creo, pero igual para usted, señor de Montaigne.
Sol habló a los diez minutos.
—Ya no hay problema, Sol.
—¿Qué fue? ¿Un malentendido?
—No sé. Algo curioso…
Pasaron dos días más.
Al volver en la mañana, Michael se encontró con un rechazo de su tarjeta de entrada en la oficina de maestros. La volvió a registrar y entró sin problemas. Ese tipo de problemas era tan inusual, que le llamó la atención de tal manera como para ir a consultarlo con el encargado de seguridad en cuanto pudiera. Pero, según su costumbre, el incidente lo acumuló en su lista mental de pendientes con alta prioridad, que como siempre pasa con alguien que organiza la mayoría de sus pendientes de ese modo, les anula la misma.
Llegó a su cubículo y empezó a registrarse en PLAANET para poder entrar en SmartNet, la Red de PLAANET dedicada de modo exclusivo a canales de alta velocidad que servía para que universidades y centros de investigación de la más diversa índole en todo el mundo se comunicaran entre sí. Michael la usaba de vez en vez con algunos colegas de Europa al trabajar en pequeñas partes de proyectos históricos conjuntos.
Después de estar conversando con ellos y de participar durante quince minutos en una discusión, se despidió y entró ahora en NetNet, la parte de PLAANET que era la Red de Comunicación Pública Mundial, de uso común por excelencia.
Ahí recibió mensajes de varios amigos, se enteró de la correspondencia atrasada, se tomó su tiempo para ponerla en orden, hizo «forward» de mensajes hacia quienes le pudieran interesar; luego realizó algunos pagos por libros que había encargado a Nueva Zelandia; luego se inscribió para estar en la lista de espera de boletos para los mejores lugares del próximo concierto de Zirah, la autodenominada reina de la fusión de Tonos e Imágenes en el marco del Teatro del Dolor. Finalmente, terminó su contacto con el mundo.
Cuando terminó, miró la hora. Comprendió que le quedaba muy poco tiempo, consultó la pantalla por última vez y confirmó que no hubiese mensajes. Al punto de levantarse y apagarla vio con el rabillo del ojo como la pantalla se alcanzaba a llenar de color amarillo, señal inequívoca de llegada de un mensaje, pero de modo simultáneo, la imagen acabó por desaparecer.
Sentía que era tarde y decidió no prender la terminal. Además, se llevaba tiempo el cruzar todo el plantel para llegar a la Cafetería cuatro, en dónde se encontraría con Sri Sol. Se paró, recogió sus pertenencias y se encaminó a la salida.
Pero al llegar a la puerta Michael se detuvo. Su católica culpa le indicó que quizá debió de haber leído ese último mensaje. Siempre lo hacía. Sol se lo tendría que perdonar. Sería cuestión de sólo un minuto.
Se sentó y prendió la pantalla. El mensaje amarillo iluminó ésta y a su vez su propia cara.
Y Michael se quedó incrédulo viendo lo que decía éste. Sus pupilas se dilataron y su corazón se aceleró de manera impresionante. Tuvo necesidad de respirar más a fondo, conforme lo leía.

A toda la comunidad de la PoliUniversidad de México y al Mundo se les informa que el excelentísimo Decano Erasmo de Cuautla, nacido Erasmo Fabio, dejó de existir esta mañana en su residencia en las afueras de su amada PoliUniversidad.
Erasmo nació en 1948 en Ciudad Valles, San Luis Potosí, a poco más de 120 kilómetros al noreste de Technotitlan. Su familia…
…Un gran hombre nos ha dejado. Descanse en paz. El duelo se recibirá en la Capilla Ecuménica de la PoliUniversidad el día de hoy a las 17:30 horas. Descanse en Paz, Erasmo de Cuautla, Hombre de México…

El estremecimiento y conmoción fueron totales y simultáneos. En eso su videófono empezó a sonar. Michael se tardó en mostrar una reacción. El aparato seguía sonando. Accionó el control correspondiente en pantalla.
Era F.
—Michael, ¿supiste…? Erasmo…
Su voz y su cara denotaban una seriedad lejos de lo relajado que eran casi siempre sus encuentros.
—Sí, ya sé, Moreno, acabo de leerlo… ¿supiste cómo fue?
—No estoy muy seguro, me dicen que se quedó dormido y que no despertó. Acaban de informarlo a los medios. Me quise adelantar… no quería que lo recibieras tan en frío… sabíamos que hay… había… un gran vínculo entre ustedes…
Michael se quedó quieto. Todas las impresiones del universo se le atravesaron en su cabeza de manera atropellada. Quiso decir cualquier idea con sentido pero no pudo.
F. se adelantó.
—Michael… bueno, ¿qué te digo? Te dejo. Me imagino… que tienes mucho que pensar… sabes que… todos lo sentimos mucho, ¿verdad?
—Sí, te lo agradezco, Moreno. Dile a los muchachos que… gracias, también.
—Michael, recuerda, Erasmo ya era un hombre de edad…
Michael guardó silencio por unos instantes. Inhaló con fuerza y dijo:
—Te agradezco, F.
—Cuídate, Michael —F. terminó la comunicación, sin más.
Michael se quedó en su misma pieza, sin moverse, impresionado.
¿Muerto Erasmo? ¿Cómo pudo ser…? ¿Cómo podía…? Sonó el comunicador de su tablenet. Era Sol.
—¡Páris! ¿Dónde estás?
—Aquí en la oficina. No me pude ir. Me acaban de hablar.
—Por tu cara lo sé. Ya te lo dijeron…
—Así es. Lo leí primero en las noticias, además, F. me acaba de hablar…
—Es duro, lo siento mucho…
Él seguía en su mundo, oyendo porciones de lo que Sol le decía.
—Sí, muy duro… —acertó a decir.
—Yo voy para allá. Tú no te muevas.
Él escuchó, ausente, lo que Sol le dijo. No se movería de ahí. Ni aunque pudiera.
Sol llegó veinte minutos después. Nada más lo vio, lo abrazó y le dio un beso en la mejilla.
—¿Cómo estás?
Michael, sentado y mirando hacia abajo, meditaba. Volteó a ver a Sol y le contestó:
—Estoy… perturbado. Como si estuviera aún en estado de choque —encaró a Sol y de manera gentil, la tomó del brazo—. Es que… no lo podía creer… más bien, no lo puedo creer… cómo que no lo termino de asimilar… Ha sido tan rápido…
—¿Qué se dice en estos casos, Michael? Yo sé que cada quién reacciona distinto frente a estas situaciones… Me da la impresión de que él era más importante para ti de lo que pensé…
—No sé… si era muy importante o no. Lo único que sé es que apreciaba mucho al viejo y eso es todo…
—Necesitas descansar, Mich. ¿Por qué no te vas a tu depa?
—No sé, prefiero no hacerlo, de hecho me siento desubicado… sin punto de referencia… Es curioso, en el último año no lo vi más que unas tres veces o cuatro... Pero ahora que ya no está, de alguna manera siento que me falta esa seguridad… familiar, de que el señor estuviera ahí y… no es por dependencia, o llámale como quieras, es igual… figura patriarcal, guía, o inclusive figura paternal… Es extraño.
—¿Pensabas en él como qué, como maestro, funcionario o… un padre?
—No lo sé, Sol, no tengo idea, lo único que sé es que lo apreciaba mucho y ahora que no está… siento un gran pesar, o no sé como decirlo, de plano...
Así estuvieron un rato. De repente, Michael exclamó, como si despertara:
—Necesito ir a su casa, puede que la señorita Hedy necesite algún apoyo…
—¿Estás loco? Estará ocupada con todo, ¿no?
—La excusa es la de menos… no veo por qué no ir, era mi asesor, mi maestro, le pude haber prestado un reporte o un libro… y que ahora lo quiero de vuelta… antes de que sellen todo…
—¿Vas a hablar con ella?
—Sí, ella me conoce muy bien… creo.
Sol se interpuso enfrente a Michael.
—Michael, mírame ¿de qué sospechas?
Él se encogió de hombros.
—No lo sé… yo sólo creo que debo de ir ahí… ¿me acompañas?
—¿Tengo de otra?


—¿Señorita Hedy?
—¿Sí?
Digna mujer, delgada, alta, de cara amable y pacífica, de poco más de cincuenta años, la señorita Hedy era la misma imagen de la tranquilidad y el aplomo, a juzgar por los eventos. Le recordó a Michael por un nostálgico instante a la señora Alcira en cuanto a la propiedad y señorío del papel que representaba.
Estaban en el piso donde vivía Erasmo, el que olía a libros, a papeles.
—¿Sabe quién soy…? Michael de Montaigne… —la voz de Michael sonaba solícita.
La señorita Hedy le miró con ojos de desconfianza. Pero de inmediato al reconocer la cara de Michael, se sonrió.
—Ah, sí, claro que sí, usted es... el alumno del señor Erasmo… pásenle.
—Gracias. No la vamos a molestar mucho. Las circunstancias…
Entraron con cierta timidez. Ella los invitó a sentarse. La casa estaba tranquila. Michael hubiera pensado que se encontraría con la prensa o autoridades, o que hubiera más movimiento, pero no. Era casi anticlimático.
Michael comenzó a hablar con tranquilidad:
—Sentimos lo que pasó… usted sabe que el profesor Erasmo era muy querido por nosotros…
Ella tenía la cara serena pero denotaba aflicción. Al fin parecía querer dejar al descubierto que también había pasado un día con mucha tensión.
—Sí, lo sé… él era muy querido por todos.
Vino un silencio incómodo. Michael por fin habló para evitar más rodeos:
—Así es… Y bueno… con todo el respeto por los momentos que está pasando… ¿cómo sucedió?
Ella suspiró:
—En realidad no muy diferente a lo que han dicho por los medios… se durmió, le llevé la pastilla y se la dejé en su mesita, le quité los lentes, y me fui a acostar. Cuando fui a preguntarle que quería desayunar… ya no… ya no… despertó… Lo demás pues, ya salió en la prensa…
Michael no quería dejar el tema.
—¿Y… el doctor ya determinó el motivo de…?
—Sí, como le menciono, ya ha de estar en la prensa en este momento. Causa natural, un infarto. Así era él, así quiso vivir ¿sabe…? De hecho, nunca quiso hacer caso a mi recomendación de las válvulas nuevas o de un corazón nuevo. El doctor se lo dijo muchas veces… El señor Erasmo se quejaba de todo lo moderno, de todo eso ajeno que nos rodea a fuerza… todos esas artefactos, desfri… desfibri…
—¿Desfibriladores?
La señorita Hedy guardaba la rectitud de su espalda con la posible intención de nunca relajarse. Siguió hablando:
—Sí… hay personas que nunca lo harían... Creo que el señor Erasmo menos. Él, ¿sabe? Se consideraba muy sano… Y quería morirse sano, sin aparatos artificiales alrededor, decía él… Era muy independiente, y siempre me decía: «¡Hedy, recuerda: siempre es mejor ser independiente…!» Y yo lo escuchaba y, pues… no le entendía mucho… Yo no era, no soy, tan educada como lo fue él… ¿sabe? Siempre me educaba… lo voy a extrañar, para que se los niego… y aquí estoy sin poder llorarlo… A él no le gustaba que yo llorara… y no lo voy a hacer ahora… ¿sabe? Fueron treinta y tantos años de cuidarlo… sí, lo voy a extrañar…
Volvieron a quedar en silencio.
Habló Michael:
—Bueno… nosotros venimos por… una carpeta y por… algunas cosas más de los trabajos que estaba haciendo yo, es decir, una carpeta… y…
La señorita Hedy le interrumpió:
—¿No será esto lo que estás buscando?
Ese era un maletín de color negro. Y Michael se dijo que en la vida lo había visto.
La señorita Hedy se le quedó viendo a su vez con un gesto impasible. Michael se preguntó si ella lo sabría. Pero la señorita irradiaba seguridad y confianza.
Mostraba demasiada seguridad. De hecho.
Los pensamientos se le agolpaban a Michael de manera rápida: «¿la señorita estará confundiéndose? ¿Y si fuera un mensaje de Erasmo que quiso hacérmelo llegar a como diera lugar…?» No, era mucha truculencia.
Pero ya a estas alturas, concluyó, qué más daba si todo era una confusión… Sopesó las alternativas, y se convenció: ¿qué podía importar al fin y al cabo?
Sol miraba a su maestro, amigo y jefe y trataba de adivinar cómo disimularía su cara de sorpresa. Era evidente que pasaba algo raro.
—Este… okey, sí, me lo llevaré —dijo Michael al fin.
La asistente de Erasmo se levantó como si hubiera sido sorprendida a punto de tomarse un descanso al comienzo del día.
—Hace bien… Muchachos, ya los despido, tengo mucho que hacer aquí. Además, hay que ir al sepelio…
Ellos se vieron a los ojos y se levantaron al mismo tiempo. Sol con un poco más de firmeza y Michael con un poco de confusión. Éste trató de componer para añadir:
—¿Algo en que la pudiéramos ayudar? Digo, no sé… lo que sea...
Ella mostró una expresión de comprensión y solidaridad, como si supiera que quizá Michael estuviera pasando por un profundo pesar al igual que ella misma.
—No te preocupes, muchacho, en lo general estoy bien —su cara se nubló por un segundo—, bueno, tú sabes, tengo mi pesar… sí fue de sorpresa, pero también ya tengo resignación, ya estaba preparada… q-quiero decir, todos sabemos que no tenemos la vida comprada… Dios proveerá… como siempre.
Se despidieron. Antes de salir, Michael le dio un buen vistazo a toda la sala y al recibidor como si presintiera que esa podría ser la última vez que pudiera entrar ahí. Sol le paso su brazo debajo del de él y salieron juntos.
Afuera Michael le dijo:
—¡Qué entereza de mujer! Por un segundo me pareció que la señora ya tenía un buen tiempo resignándose…
Ella guardó silencio por un minuto.
—Bien que lo dices, y dime loca o superimaginativa si quieres, pero me pareció que la señorita Hedy estaba muy entera, incluso, como preparada…
—Puede que ya estuviese preparada, nada fuera de lo común con una persona como Erasmo.
—No, Michael, yo hablo de la resignación… Esa mujer parecía resignada desde antes… ¿me crees? ¿O es sólo mi imaginación? No afirmo nada pero, quizás ella ya sabía del alcance de la gravedad de Erasmo y por eso está así, controlada. Fueron treinta y pico de años de estar juntos, como que mucha carga emocional, ¿no? Tal vez, éste ya hubiera hecho sus preparativos…
Michael la miró, en silencio.


Estaban los dos en el sepelio.
La cremación se realizaría en una ceremonia privada, posteriormente. Asistieron además de Sri Sol y de Michael, Poincaré, F., y muchos maestros y funcionarios de la PoliUniversidad, lo cual era de esperarse. También asistieron personas del Gobierno, políticos, muchos de ellos ya ancianos, pero, en general, pesaba más la gente joven que de una manera u otra había tomado clase con Erasmo y disfrutado de su sapiencia, de su bonhomía y de su humildad, y sobre todo, de su agradable manera de dar clases, sin faltar su don de gentes.
Todos fueron a presentar sus respetos.
Las guardias se sucedían una a otra. La gente se juntaba a platicar en pequeños grupos, si no fuera por el intenso olor a coronas de flores y velas, uno podría suponer que era una reunión más. Unas personas que no se veían de hacía mucho, charlaban de manera animada, mientras que otras que acababan de saludarse no menos de una hora antes no por eso platicaban con menos entusiasmo.
—¿Y ese quién es? —Sol preguntó, discreta, a Michael.
—No sé —Michael se volteó hacia Poincaré que estaba viendo a una rubia no muy lejos de él—. Psst, psst, Poinc, ¿quiénes son esos de allá?
—¿Los del grupo de guaruras? —Michael le asintió—. El más alto se llama Leonardo Drake y el otro es Benjamín Ponce de León… los has de haber visto en alguna parte de la prensa, en tevenet y demás, aparte que son muy conocidos por muchos.
—Creo que sí, cuando llegan a salir, te refieres… Además, se ven más chicos y menos gordos en persona… ¿No son delegados de gobierno, subsecretarios o similares? No sabía que Erasmo tuviera nexos con ellos…
—No son los únicos —señaló hacia un pasillo—, por allá si te fijas, hay más. Acuérdate que Erasmo le entraba al comentario político y al ensayo desde hacía mucho tiempo. Estaba relacionado, podríamos decir…
Michael dijo a nadie en particular:
—Siempre me he preguntado que de los que te vienen a ver muerto cuantos son más tus enemigos que tus amigos…
Sol terció:
—Tus amigos vienen a verte por última vez, a presentarte sus respetos… los demás vienen a confirmar que te moriste…, ¿no?
Poincaré se le quedó viendo a Sol.
—No creo, y creo que no me interesa, ya estás muerto…, ¿no? Bueno, pensándolo bien, no exactamente… por aquello de si tienes un guardadito de pequeñitas sucursales tuyas en algún buen almacén genético-criogénico… siendo así, entonces no estás del todo muerto…
—Poinc, ponte serio. Por favor.
—¿Tú que sabes…? Ilegal y todo, pero repito: ¿tú que sabes?
—Dicen que lo van a lanzar…
—¿Cómo
? —Preguntó Sol.
—Al espacio. Van a lanzar sus cenizas al espacio…
—Tendría dinero, ¿no? ¿Qué le habrá dejado a la señorita Hedy? A propósito, Mich, ¿tú crees que ella y Erasmo…?
Michael miró a Sol.
—Fíjate que esa es una de esas preguntas a las que no sabría que contestar… y menos aquí.


Pasadas las exequias, estaban en el departamento de Michael, éste, Sol y Poincaré. Éste último hablaba:
—A mí lo que es morir morir, no me aterra, lo que me aterra es ya no estar aquí y no disfrutar de la vida, de las sorpresas, de las muchachas, del sexo, de las películas… Porque morir, a mí, me tiene sin cuidado.
—Ya veo —le dijo Sol—. Eres una persona muy hedonista, Poinc…
—Sí, si lo soy… ¿estás en contra del hedonismo? No te nubles, niña, ser hedonista es aprender a convivir con la idea de que lo único que vale la pena es lo que nos rodea, ya que lo que está al final de uno, no dudes, eso sí que no va a valer la pena… —Poincaré le observó fijamente—. Es inútil, estoy seguro que se te escapa de lo que estoy hablando…
Michael intervino:
—Sol, conozco a Poincaré, el mes que viene nos hablará de las bondades del ascetismo, de la castidad y de lo bueno que le hace al carácter el mortificarse golpeándose con un látigo en la espalda… ni le hagas caso…
—Espérate, Michael, que no te permito que le cuentes mentiras a Sol. Para eso estoy yo. Además, lo de las mortificaciones ya lo dejé de hacer hace varios meses, y el propósito de la castidad existía mientras me duraba… Oye, a propósito —dijo mientras veía dentro del refrigerador—, ¿no tienes alguna bebida fría para tomar?
Michael dijo a nadie en particular:
—Fue un funeral interesante.
—Sí, aunque me imagino que fue como son todos los funerales, ¿no? —Contestó Poincaré.
—Pues yo vi personas importantes, mucha gente, mucha… ¡por cierto!
Michael, como si acabara de recordar algo, se levantó y entró a su cuarto.
A su vez, Sol se levantó a tomar sus pertenencias. Dijo:
—Oye, Mich, ya me voy, tengo clases que atender y dos proyectos que revisar. Vengo a la tarde… ¿me oyes, Mich? Ya me tengo que ir… ¿Dónde estás…? ¿Qué haces? ¡¿Me vas a acompañar o no?! ¿No me oyes?
Michael llegó con el maletín de la señorita Hedy.
—No es que no te oiga, sólo que me acordé del dichoso maletín de Erasmo y que está abierto… y mira lo que me encontré dentro…
—¿Qué es?
—Un videodisquito en formato de DVD-2…
—¿Es lo único que venía en el maletincito?
—Sí, nada más, ni papeles ni nada…
—Mich, ¿no pensarás en ponerlo ahora, verdad? Me tengo que ir…
Sol se estaba frustrando y Michael se empezó a presionar, sabía lo irritante que podría llegar a ser ella cuando se frustraba.
—Tal vez no se tarda nada, quédate un rato…
—Te recuerdo que eras tú el que me iba acompañar.
—Espera…
Michael usó todo el remanente de su fuerza persuasiva a la espera de que Sol comprendiera.
—A lo mejor no me tardó…
—¿Cómo que «a lo mejor»? —Dijo Sol molesta de manera evidente.
Michael fue hacia su consola y buscó el formato que permitiría hacer compatible el viejo DVD-2 con los formatos de video e imagen actuales.
Dijo Poincaré:
—El eterno problema de los formatos de registro dizque «estándares», Beta, VHS, Digital Video o Versatile Disk o DVD, el DVIX, luego el DVD-2, el TESERACT y la pregunta de siempre respecto a cual de todos será el que quedará en el futuro. Apuestas y más apuestas. Y que ojalá no gane el mejor…
Michael colocó el disco en su correspondiente posición y ejecutó la opción de PLAY. La voz de Erasmo tronó por las bocinas y su imagen apareció en la pantalla de la consola.
Los tres estaban atónitos. Erasmo les estaba hablando a ellos.

«—Estimados amigos. Muy probablemente estarán viendo esto cuando yo esté impedido para defenderme, esté en la cárcel, desaparecido, en coma, o peor aún, muerto. No quiero ser melodramático, pero, así es esto. Hoy por hoy se han… he cometido muchos errores… Ya no quiero cometerlos. Estoy arrepen-tido. Me han juzgado, algún día sabrán quiénes, como falto de carácter. Me dicen que siempre fui débil… Ya no me importa.
»He pensado en suicidarme para la búsqueda de mi propia paz, pero eso sería concederles a ellos una pequeña victoria. Y no lo quiero hacer. Y no lo voy a hacer...
»Ya no quiero ser perseguido, ya no quiero ser cómplice. Quiero acabar con todo. Se preguntarán por qué no hablo claro, por qué no hablo de manera clara de los males que nos aquejan, de cómo poder evitarlos y de quienes son los responsables...
»Lo único que puedo decirles es que ya no tuve el tiempo. Y así como este documento pudo haber sido encontrado por manos amigas, algo me dice que manos enemigas también lo pudieron encontrar. Por eso no mencionaré nada incriminatorio. Lo único que puedo decir es que estamos al borde de muchos cambios y muchos no son buenos...
»Un mal en silencio nos ha invadido desde hace varias décadas y nadie ha podido hacer nada coherente, nada ha sido suficiente contra un enemigo difuso como un gas, que nos invade y que no hemos sabido siquiera identificar.
»Mientras esa invasión tenía éxito, el país estuvo en paz y eso nos ha bastado. Y he ahí la complacencia. Hemos tenido miedo…
»El momento se acerca. Las más remotas pesadillas no fueron más que preparativos al futuro. Tal vez sean los últimos gemidos de un viejo agonizante, pero es 1984, no sólo 1968, el que se acerca…
Hubo un corte de edición. Cuando la imagen volvió llegó desde otro ángulo.
»—Les decía hace un momento que era muy posible que se vinieran momentos negros para segmentos de la sociedad que no cumplen los criterios de cierta clase que…
Hubo otro corte de edición
»—Ya estoy desvariando. Estoy cansado. Éste es mi último mensaje de advertencia. Ya nada me importa. Me acaban de…
Hubo una pausa larga. Erasmo siguió hablando:
»Es curioso cómo el pasado vuelve siempre a hechizarnos, a asustarnos. Los espantos que vuelven.
»Lo interesante es eso, que el pasado está ahí siempre, en lo más profundo, guardado pero listo para salir, como un recordatorio de que lo bueno y lo malo está registrado en algún lugar del cielo… o del infierno.
»El infierno… un lugar al que siempre deseé visitar y que tal vez ahora sí lo haré. Pero yo siempre quise visitarlo teniendo a un Virgilio que me enseñara las partes más interesantes y las más notables…
El corte llegó inesperado.
«Ya tengo que terminar. Creo que volveré a leer la Biblia. Si el cielo existe, lo buscaré y lo conoceré, será lo mejor para mi alma. Claro, suponiendo que ésta también exista… pero no quiero ser presuntuoso, para que el cielo exista, el infierno también debe existir, que pensándolo bien, tal vez ahí pueda que encuentre lo que busco, lo que buscamos…
«Ya no puedo hilar más ideas. Si ustedes son mis amigos dejo mis asuntos en orden a través de Hedy. Esto será todo. Y no se preocupen en buscar pistas o señales de más. No tengo más que lo dicho. No los olvidé.
«Si son mis enemigos, ya los dejaré descansar y ustedes también me dejarán hacer lo mismo. Gracias por su atención.


Ninguno se movió de su lugar. Al acabar los tres se miraron las caras.
Sol, ya casi olvidada sus compromisos, preguntó a Michael:
—¿Qué dijo?
—No lo sé… ¿qué fue eso? ¿Un testamento?
Poincaré terció:
—Me parece que sí y supongo que te lo dio a ti. El maletín no era tuyo, ¿verdad, Mich?
—No, pero lo curioso es que la señorita Hedy me lo dio como si fuera mío pero yo, aún sabiendo que no era mío, lo acepté, porque… porque, ella hizo mucho énfasis… ¿me explico? Sentí la obligación de tomarlo. Que eso era lo correcto…
—¿Qué está pasando? —Se escuchó la voz de Sol—: ¿Que Erasmo sabía que iba a morir e intentó mandarte un mensaje de ésta manera…? Pero… ¿por qué hacerlo tan complicado y truculento? ¿No le hubiera bastado un recadito…?
—¿Y si lo estaban vigilando? —Le contestó Michael.
—Tal vez por eso se mostró ambiguo… porque se mostró ambiguo, ¿no?
—Pero ¿qué mensaje? ¿Referente a qué? —Ahora fue el turno de Poincaré—: ¿Qué estuviste haciendo últimamente, Michael?
—Lo de Tlatelolco, la investigación… Ya te había dicho, Poinc, lo que iba hacer…
—¿Tuviste alguna entrevista? ¿Alguien te advirtió de algo?
—¿Entrevista? Sólo la de Erasmo, después de lo de los bisontes. Mencionó puntos de vista de los hechos en sí, que estos aún podían estar frescos…
Sol dijo:
—Tendremos que volverlo a ver, ¿no? el DVD, digo…
—Tú no. Te tienes que ir… —dijo, Michael, sonriendo un poco.
—Demasiado tarde, ya me piqué con esto.
Lo vieron varias veces y al momento trataron de analizar el discurso de Erasmo. Dijo Michael:
—Bien. Corto en duración y con cuatro segmentos. Primera conclusión: era una despedida, sabía que iba a morir. ¿Cómo? Quién sabe. ¿Cuándo? Pronto. ¿Por qué? Quién sabe. ¿Quiénes? Los que lo estaban juzgando, creo.
Habló Sol:
—Al final mencionó 1968…
—Tlatelolco…
El tono de voz de Michael fue sombrío.
—¿Qué? —Preguntó Poincaré.
—Tlatelolco… quiero decir que 1968 es Tlatelolco… aquí en México… pero bueno, siendo estrictos también podría ser una referencia al Mayo Francés, a la invasión rusa a Checoslovaquia, a los asesinatos de Robert Kennedy y de Luther King…
—¿Y 1984?
—Esa es una referencia al libro de George Orwell, aquél que hablaba de un futuro gris y oscuro en el cual todo el mundo está dividido en tres bloques, dominados por dictaduras. Ese libro fue escrito en 1948 y para el título sólo invirtió los números de ese año, además, hablaba en cierto sentido en contra de la opresión del comunismo lo cual fue, más bien, una denuncia hacia la Antigua Unión Soviética. «1984» es un libro de política disfrazado de ciencia-ficción. En la vida real se han realizado muchas situaciones que él predijo: se dieron los bloques geopolíticos, el doublespeak, la invasión de la privacía del individuo por el Estado, etc. No sé… ¿para dónde irá la señal?
Sol intervino:
—Hoy también tenemos bloques, la Esfera del Pacífico, comandada por Singapur, el doublespeak lo tenemos ahora mismo en todo su esplendor en…
—¿Singapur…? Por cierto, ¡oye, Poinc! ¿Conseguiste lo de John Lu?
El aludido se dio una palmada en la cabeza.
—¡Olvidé decirte! Se la encargué a Cecilio y ya la consiguió… pero aquí no la tengo a la mano…
—¿Cecilio? ¿Quién es Cecilio?
—Mi agente de información, mi avatar, como Karla, Cecilio, él que me hace las búsquedas como si fuera knowbot o robot de conocimiento, me conseguí un muy buen prototipo... ¿No te lo comenté antes? —Poincaré sacó de su maletín su tablenet—. A ver, ¿dónde tienes una consola de tevenet? Si no tienes la conecto en inalámbrico, sólo que será más lento…
—Ahí en la pared…
Poincaré hizo las conexiones apropiadas y accionó unos comandos. A los pocos segundos, apareció en la pantalla un personaje vestido a la usanza de los años cincuenta del siglo pasado. Le habló a la pantalla:
—Cecilio, retransmíteme la información que encontramos sobre John Lu hacia esta terminal casera.
De la pantalla se oyó una voz entre juvenil y madura de barítono:
—Claro, de inmediato…
—Ahorita te la enseño, Micky, tú espérame —«¿Micky?», se preguntó Michael—. Un segundo, ahí está en la pantalla.

PRINCIPIO de REPORTE
John Lu. Nacido en 1976 en Singapur. Adscrito a la embajada de Singapur en México en una entidad denominada «Agregaduría Comercial». Es asesor del Gobierno Mexicano en materia comercial con la Secretaría de Comercio y con la Secretaría de Industria y Trabajo. Ha tenido, además, contactos con la Secretaría de Justicia.
Es el líder de un grupo de sus compatriotas en el asesoramiento en diversas áreas productivas de México desde hace dos años.
Ha trabajado, además, en otros países y es muy reconocido por sus aportaciones no sólo en materia económica, sino también en política e ideología.
En su país, se sabe que estuvo en varios puestos de la Agencia de Inteligencia de Singapur y que de ahí pasó al terreno legislativo.
Se le considera el promotor del «Pensamiento Empresarial de Singapur» por excelencia. Esta es una escuela de tipo ideológica que «…procura de manera enérgica todos los medios para promover el bienestar de sus ciudadanos proporcionándoles todos los medios de manutención de manera obligatoria…».
A lo que John Lu se dedica en la actualidad, aparte de sus actividades públicas, es incierto. Se sospecha que tiene reuniones confidenciales en México de las que no existen registros ni son comunicadas a la prensa y, por otra parte, hay evidencias que indican que a veces se realizan con personas fuera de su supuesto alcance y fuero comercial…


Habló Poincaré:
—¿Y tú, Sol? Estás seria, ¿qué piensas?
—Nada, recordé que el cuate éste salió mencionado por Catherine, la amiga de Michael; pero aparte de eso, me suena confuso… Como que ya he escuchado ese tipo de sonsonete oficialista, me sonó a COMPENSAN…
—Oye, Mich, este John Lu ¿no será asesor de ellos?
Michael se mostró serio, y mientras trataba de encajar el comentario de Sol, dijo:
—No estoy seguro, Poinc… Por lo menos ya sabemos lo mínimo del tipo.
El humor andaba ya bajo y el ambiente se había puesto más lóbrego de manera significativa. Sol se levantó a traer comida y bebidas. Mientras Poincaré estaba viendo el panel de atrás de su tevenet, Michael estaba arrellanado en su asiento. Cuando Sol regresó y se acomodó, seguía seria. Le comentó a Poincaré ya que Michael se encontraba ensimismado:
—A mí me sonó como a una confesión…
—Si eso fuera… ¿qué hizo Erasmo para sentirse así?
—Yo jamás escuché que él hiciera algo malo. Controversial, sí, pero malo, en el sentido claro, negativo… pues no.
—En realidad nada nos puede asegurar eso. Permíteme un segundo, Sol...
Poincaré salió del cuarto. Por fin habló Michael:
—Yo lo conocí sólo durante los últimos años de su vida, aparte de lo que publicó y que fue famoso, no sé mucho de su pasado…
—Lo podríamos averiguar, Mich.
—Quizá… Erasmo agregó algo de no querer concederle la victoria a alguien, ¿a quién?
—A los que de alguna forma provocaron su muerte…
—¿Te refieres de manera indirecta o directa?
—Ajá. Es indudable que el mensaje fue grabado en estos días últimos...
Michael se levantó y dijo:
—Puede que tengas razón… ¿Habrá sido un mensaje para alguien? No dice nombre… ¿Sería para mí…?
—¿Tú eras la persona más allegada a él?
—No se qué tanto, pero en estos dos años a lo mejor... No hablábamos mucho, pero sí algo…
—¿Alguna característica de él que no sea de todos conocida?
Michael lo meditó por unos segundos.
—No sé… ¿Tecnofobo...? Sí, ahora que lo pienso, me acuerdo de él mucho en el sentido de que era tecnofobo. Y lo decía así...
—Eso es lo que se me hace curioso, Michael.
Volvió Poincaré.
—¿Qué es lo curioso? ¿De qué hablan?
Sol continuó:
—¿Por qué Erasmo no dejó una carta? ¿Por qué no dejar un mensaje mucho más simple, para él, por ejemplo en videocinta? ¿Por qué meterse a la tarea no tan sencilla de grabar un mensaje en DVD-2?
Poincaré contestó:
—No tengo la menor idea, sabría que sería fácil después de todo. Cuando grabas en DVD-2 tienes muchas facilidades, si es que sabes usarlos… por ejemplo puedes grabar hasta en dieciséis canales de sonido, alterar la imagen, grabar en uno o en más de noventa y nueve canales alternos con posibilidades de password, interactividad, de hecho, es un instrumento de arte…
—¿Eso lo sabría Erasmo?
—Supongo que sí… era tecnofobo, no idiota, además, eso está muy bien documentado.
—¿Hemos revisado si existe otro canal grabado?
Poincaré negó con la cabeza:
—No había porqué, pero deja le doy un vistazo…
Procedió a introducir el disco en el dispositivo correspondiente. Empezó a examinarlo. Michael y Sol esperaban con cierta ansiedad. Sobre todo Michael, que parecía estar aprehensivo, confuso.
Poincaré comenzó a hablar:
—Dice la etiqueta que sólo hay un canal grabado… pero a veces se dan olvidos, así que deja veo por todo el índice… todo está en blanco hasta ahora… esto es complicado y no cualquiera lo hace. Además, la inmensa mayoría de la gente ignora esta posibilidad de grabar otras situaciones, si quieren grabar otra escena maravillosa de la piñata de Juanito prefieren hacerlo en otro DVD… —continuó buscando canal por canal manipulando el aparato de video—. Sí, creo que todo está en blanco… en blanco… excepto… sí, aquí estás… ¡Listen people, me equivoqué, sí hay otro canal grabado…! —Prorrumpió con excitación—. Está muy pequeño… y créanme, sólo lo vería alguien que fuera a buscarlo de modo premeditado, de plano canal por canal… no sería inviolable, por supuesto, si sospecharas que hubiera algo, lo encuentras…
Sol dijo, adelantándose a Michael:
—Tal vez no tendría opción… examinémoslo, ¿no?
Poincaré accionó el LOCATE, los números en la pantalla comenzaron a variar en rápida sucesión hasta que se detuvieron en el canal 89, enseguida oprimió el PLAY.
La presencia de Erasmo volvió a llenar el ambiente, Michael sintió otro escalofrío, aunque más pequeño.
La imagen de Erasmo empezó a hablar:
«—Michael, no sé cuanto hace que no rezo, pero ahora lo hago para que seas tú el que esté viendo esto… Escúchame con atención: La clave para que entiendas todo está en la Red... Sí, dentro de toda esa horrible maraña de neblina digital que tú tanto adoras, llámala PLAANET, SmartNet o la Matriz...
»Tengo noticias muy fidedignas de que ahí está todo lo de Tlatelolco… Vas a necesitar esa información. Personas, lugares, ligas, relaciones, nóminas, todo, todo está ahí. Nunca lo destruyeron. No te puedo decir más… no tengo tiempo… sólo pude grabar esto de una manera rudimentaria y siguiendo instrucciones del equipo mismo…
»Tlatelolco es más serio de lo que te imaginas, por eso no era conveniente el que lo buscaras por tu cuenta… ahora ya comenzaste, pensé en detenerte en su momento, hacerte cambiar de opinión, pero estabas tan entusiasmado, que me vi reflejado en ti y no tuve más opción que apoyarte porque me convencí de que esa era la única manera en la que ya podría irme …
»También pensé, de manera equivocada, que me dejarían tranquilo, en paz; que tu búsqueda no tendría consecuencias, más que las académicas de rigor…
»Escucha bien por favor: hay cuerpos que nunca se terminan de enterrar, y los muertos aparecen de nuevo. Eso es lo que ellos no quieren.
»Esas Olimpiadas dejaron una terrible tradición de violencia, los alegres aros olímpicos, símbolos de las juventudes de todo el mundo, dieron su lugar a… círculos negros de fría barbarie…
»No sé que puedas conseguir. Depende de tu propio impulso o deseo… Que un faro de luz te ilumine cuando consigas… y tengas esa información. Así, pase lo que pase, ya estoy tranquilo, ya me podré ir…
Guardó silencio y cerró los ojos. Concluyó:
»Que se cuiden, tú y tus amigos technotecas…el camino no será fácil…
«Adiós».


La imagen fue sustituida por una pantalla llena de un tono azul marino.
Por segunda vez en menos de una hora, los tres se quedaron viendo la pantalla, callados, sin saber qué decir. Poincaré rompió el silencio:
—Ahora entiendo menos, ¿qué fue entonces el primer mensaje?
Michael se encogió de hombros y dijo:
—Señuelo, despedida, no lo sé… pero ahora todo empieza a cuadrar.
—¿Qué empieza a cuadrar? ¿Que tú desencadenaste algo extraño que tiene ramificaciones? Michael, piensa: ¿qué podría ser tan importante en lo de Tlatelolco? Ya hace mucho que eso fue enterrado, ¿no? Digo, ya sólo es objeto de estudio… Como tu misma investigación… ¿Qué relación podría tener… con el hoy por hoy, cincuenta años después?
Michael le contestó, pronto:
—Bueno, ya lo dije, no se ha hecho nada desde hace varios años, ese fue uno de los motivos de proponerle a Erasmo la investigación…
Sri Sol, que había estado callada, terció:
—¿Qué hay ahí en la Matriz? ¿Archivos, memorias? ¿Será importante?
—No lo sé… habría que investigar, ¿tú que dices, Poinc?
Éste contestó de inmediato:
—Podríamos ir a buscar primero con Cecilio.
—Hazlo, ¿no? De una vez…
Encogiéndose de hombros, Poincaré procedió a hacerlo a través de su tablenet.
—No hay ningún problema. Le voy a escribir la secuencia de comandos para que me lo entienda mejor... A ver, a ver… Secuencia activada, búsqueda de… ¿qué conceptos? ¿«Tlatelolco»? —Mientras iba hablando tecleaba lo que decía—. ¿O te parece mejor «información, desclasificada o no, sobre el tema de Tlatelolco…»? ¿O quizá, «residuos de información no utilizados de manera reciente sobre el tema de Tlatelolco…»? Y nada más así, porque ya no se me ocurren otras...
—De acuerdo, pero hazlo ya.
Poincaré puso manos a la obra. Michael le preguntó:
—¿Hasta dónde va a ir?
—Bueno… primero va a los portales principales que estén en la Matriz, de ahí va a generar las órdenes o criterios de búsqueda que le indiquemos…
—¿Y luego? ¿Se va a tardar mucho?
Poincaré contuvo el aliento mientras veía la pantalla. De repente, hizo un gesto triunfal.
—¡Ya llegó! ¡Te dije que sería sencillo…! ¡Trajo mucha información, mucha información! —Tomó el micrófono y comenzó a hablar más despacio, pero seguía sonando excitado—: Cecilio, de la información, apuntadores, indicios y demás que trajiste en tu bundle de información, ¿existe alguna referencia que puedas relacionar que abarque y que no esté limitado a, algún indicador económico, social, político, o de denominación e incluso de nombres, de los últimos diez años registrados o de los próximos cinco años proyectados, en éste mismo país?
Se volvió hacia Michael, el cual estaba un poco extrañado de la precisión de la pregunta:
—Mientras Cecilio hace la criba se me ocurre que esta pregunta pudiera servir para medir la relevancia del asunto, ¿no? Probar su actualidad, por así decir…
Cecilio no tardó más de veinte segundos en responder por el mismo método, en la pantalla. Michael y Sri Sol estaban a la espera, atentos. Al final, Poincaré sólo exclamó, su cara mostrando un gesto más serio:
—No. No hay nada… no hay nada —parecía decepcionado—, creo que lo que sucede es que Cecilio no conoce mucho… Habría que entrenarlo más…
Michael preguntó:
—¿Cómo que «entrenarlo» más?
—Trabajar con él —Poincaré se encogió de hombros—. Enseñarle lo que necesita para buscar. Nada más que eso es tardado… Y claro, lo mejor sería que alguien fuera con él… para educarlo a que vea más allá de las posibilidades normales, y que aprenda a «intuir» más correctamente...
—¿Cómo haría eso?
—A través de los esquemas de aprendizaje de sus redes neurales, pero eso es básico y se resuelve si se sabe qué enseñar… Lo que sucede aquí es que ni nosotros, ni tú mismo siquiera, sabemos qué estamos buscando, ¿o sí lo sabes? —Michael negó con la cabeza—. ¡Es más…! ¡Es más, tengo una idea!
Poincaré empezó a dar vueltas por el cuarto, excitado. Sol y Michael se veían con caras perplejas. Ella se imaginaba que ya estaban sólo dando rodeos. Poincaré parecía hablar para sí mismo:
—No la he probado yo en lo personal… pero sé de gentes que ya lo han hecho de manera limitada, claro… y podría funcionar… si se hace bien.
—¿No has hecho qué, en lo personal?
Poincaré se volteó para mirar a Michael.
—La integración de uno mismo con la Matriz…
—¿La integración de uno mismo con la Matriz?
Parecía que a Michael le hubieran dicho que el cielo era azul. En el estado de cierta pesadumbre en el que se encontraba, no tenía la menor idea de lo que estaba hablando su metatécnico amigo. Poincaré habló con el aire de suficiencia de alguien listo a convencer a quien fuera, de lo que fuera.
—Sí se puede hacer —continuó—, y de hecho ya lo están haciendo en algunas partes, en Tokio, en el NippoTech de California, en el Negroponte Center del MIT, y hasta yo lo hubiera hecho… pero ni he tenido el tiempo, ni el objetivo a realizar que valga la pena y… pues, me faltan librerías… y dos o tres miles de Babbages de metacomputación, que no es mucho. Claro que para eso habría uno que otro problema práctico… pero no importa...
Michael se aventuró a decir:
—Sí se puede hacer… ¿qué? No te entiendo… pero lo que sea, supongo que requeriría de medios, preparaciones, tiempos para llevarlo a cabo…
—No, no mucho, sería parecido a lo de... —Poincaré miró de reojo a Sol y, de algún modo sólo perceptible por mujeres, éste, cohibido, continuó—: lo del experimento en Singapur… Bueno, requeriría de hecho, menos powercomp.
—¿Qué experimento?
Hasta ese momento Sri Sol había permanecido sin hablar. Ambos la miraron, enrojecieron al mismo tiempo y decidieron, de modo tácito y en un alarde de compenetración masculina, el no decir nada. Trataron de volver a su conversación con propiedad y con rapidez.
—Más o menos. Aquí no es exactamente realvirt, es más bien, un experimento de redes hápticas. Sólo que tu… llamémosle «esencia mental», viajará dentro de la misma red. Como si fuera un avatar o un ser digital creado a tu imagen y semejanza…
—Me suena más a un viaje astral, de esos que ciertos libros promovían como ciertos, tiempo atrás —dijo Michael, grave.
Poincaré negó con la cabeza.
—Para nada, un viaje astral sería un juego de niños en comparación... si existiesen. Deja verifico unas notas con mis amigos del NippoTech. Te digo que ellos ya lo han hecho pero sólo han nadado en la orilla… Tú, o alguien, tendría en dado caso que ir hacia «adentro» de la Matriz, que es un mundo desconocido en sí, y saber desenvolverse estando ahí, para esto Cecilio y su «intuición» ayudarían en la búsqueda…
Hizo una pausa. Ambos, Sol y Michael, lo observaban con atención.
—Claro, podría haber inconvenientes…
Michael estaba confundido. Sólo pudo articular:
—¿Inconvenientes? Tú nada más dime: ¿es complicado?
—No sé, quizá no…
Michael lo quería meditar pero sabía que no debía perder tiempo, se preguntó si su pesar actual por lo de la muerte de Erasmo le impediría realizar bien las actividades pendientes en estos momentos. Al cabo dijo:
—Poinc, no sé en este momento si me gustaría intentarlo…
—…o quizá sí…
Sol intervino:
—Michael, ¿estás seguro? ¿Estarás bien?
—Es tu decisión, Michael, —se adelantó Poincaré—. Pero no creo que haya manera más rápida para conseguir lo que se refería Erasmo, sea lo que eso sea. Él lo sugirió después de todo, ¿no?
Michael sintió la mirada de sus dos amigos. Estaba indeciso, tranquilo, pero, aparte de su tristeza intrínseca, pesaba en él una sensación de insatisfacción o frustración.
Sabía que algo importante, muy importante, estaba al alcance de la mano y que, con toda la ayuda de Poincaré, no estaban pudiendo descifrar. Sobre todo tenía la sospecha de que quizás ahí estaba la oportunidad de saber detalles desconocidos acerca del mismo Erasmo y, por supuesto, del mismo Tlatelolco… y quizá de lo que nadie ha querido mencionar, de la misma relación de aquello con Erasmo. Podría valer la pena…
Por otra parte, no estaba obligado a hacer nada de «integraciones» y a su manera de pensar, en principio, lo que le sugería Poincaré era absurdo, no tenía la menor idea de como se podría entrar a la Matriz… e ignoraba el alcance de lo que un viajero «adentro» pudiera presenciar y, ¿si no volvía?
Pero su amigo siempre le había garantizado su seguridad, ¿no? Como siempre lo hacía cuando le pedía que hiciera los experimentos virtuales, y todos salieron bien, ¿no? Y esta… «integración» sería en cierta medida un experimento virtual…
En esos instantes cualquiera hubiera sido la respuesta…
Después, más tarde, Michael se preguntaría qué lo obligó a decidirse en ese instante por…
—Vamos entonces… ¡que se haga…! Es lo que queremos… lo que se necesita, ¿no? ¡Manos a la obra!
Sol sentía que ya no entendía nada.
Poincaré salió con rapidez. Michael se acercó a Sri Sol y le dio un beso en la boca. Ella le tomó de las manos y le habló:
—¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?
—Bien, no puedo ni evitarlo u ocultarlo, estoy muy triste, abatido por lo que sucedió, pero no sé, ahora traigo una cierta motivación… y no niego que me siento un poco culpable, como si el hecho de pensar en otros asuntos le faltara el respeto a… alguien. Creo que más bien es curiosidad. Algo «adentro» está relacionado con lo que está pasando aquí afuera y creo que lo tenemos muy cerca de nosotros…
Ella le miraba a los ojos.
—Bueno, Mich, acuérdate que tienes mi apoyo…
—Gracias, Sol, yo sé que cuento contigo —él la abrazó—. Yo te hablo más tarde, tengo que hacer algunas tareas de rutina. Cuídate de las manifestaciones, no sabemos todavía qué curso irán a tomar…
—Está bien.
Michael salió. Sol se quedó sola, pensando.

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